martes, 5 de marzo de 2019

DÍA DE UN HUEVÓN


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Despiertas por la mañana sopesando una noche que pudo, o no, ser buena por los efectos indulgentes de la energía eléctrica, el agua, el calor o los zancudos, un típico despertar de los venezolanos a quienes ya ni el sueño les han respetado.
            Así empieza sin pena ni gloria esta pequeña narración que más que buscar la aprobación de cualquiera, intenta desahogar burdamente algunos aspectos de las desventuras diarias de un venezolano o venezolana común de una Venezuela que se desdibuja en el tiempo para peor.
            Amigo lector, así como te identificas con todo esto, viviendo en Venezuela con sacrificios, o eres un venezolano en el extranjero, aun si eres ajeno a Venezuela, curioso por conocer las perspectivas de algunos que aún se esfuerzan por mantenerse a flote y considerando insuficiente las palabras, agradezco sinceramente tu tiempo.
            Así pues, uno de los servicios actualmente reconocido como derecho humano por organizaciones mundiales es ahora un lujo y una preocupación; puesto que por decisiones equivocadas de los principales gerentes del estado; las condiciones de todo el tendido eléctrico del país es ahora decadente; para asegurar que la electricidad llegue a todas partes deben racionarla en espacios de 2, 4, 6 u 8 horas, o para citar una frase de un reconocido político:“ y lo que haga falta” aludiendo a la situación en la región occidental del país.
            Somnoliento y cabizbajo justificado por el asedio incesante de los apagones repentinos de madrugada o los bajones sin previo aviso, acompañados de docenas de zancudos y toda clase de insectos hematófagos dispuestos a no permitir que alcances un sueño ni medianamente reparador.
            Empiezan tus (pre)ocupaciones, si no tienes hijos o si estos ya se valen por sí mismos de alguna manera entonces tienes un poco menos ocupaciones que otros; sin embargo, puedes ser novio o novia, esposo o esposa o algún familiar dedicado, y debes hacer el desayuno para todos.
            El desayuno y cualquier comida para un venezolano se ha vuelto una preocupación diaria desde hace tiempo; la escasez de la comida, sus precios –que no colocaré porque probablemente ya estén devaluados para cuando leas esto- y su difícil acceso actualmente ha hecho que la cocina sea muy “creativa”, baja en proteínas y rica, sobre todo, en carbohidratos (fundamentalmente yuca), por ser los más económicos y abundante.
            Entonces, resuelves el desayuno propio y de los tuyos de la manera más “creativa” que puedes, empiezas a (pre)ocuparte por el baño y el aseo personal y por tu mente pasa: “ojalá que alcance el agua para bañarme hoy”.
            Como ya es frecuente en Venezuela desde hace tiempo, la mayoría de la población está sometida a un razonamiento de agua que con la crisis se ha agravado y en algunos casos ha pasado de cada 2 días aproximadamente a incluso semanas o meses sin agua. Al mismo tiempo es común que cada casa por humilde que esta sea utilice una Bomba de agua puesto que de no ser así no podrían acceder al vital líquido.
            Si tienes tanque en tu casa con reserva de agua, debes estirar lo más posible su contenido y la usas lo necesario, debido a que no sabes cuándo llegará de nuevo; sino utilizas una “pipa”, que no es más que un gran tonel o recipiente que almacena la fracción que un tanque. Por tanto, cuidas este líquido celosamente de cualquiera y de quien sea.            
Al momento de darte un baño igualmente dependes de la electricidad, ya que el sistema hidroneumático mantiene la presión de agua para que esta fluya por la tubería. Si no hay luz, sea como sea la condición en la que vivas, debes bañarte a tropezones con envases de mano.
            En la Venezuela actual, incluso elementos superfluos o “tontos”, como los podrían considerar personas ajenas a esto, son de muy difícil acceso o en algunos casos “imposibles de comprar” por el elevado costo, entonces, debes utilizar el mismo jabón para todo; el de bañarte es el mismo que el de los trastes de la cocina, de lavar la ropa o de bañar al perro (en caso de que aun tengas).
            En fin, te duchas y, te vistes, con la misma ropa gastada, arreglada y remendada años atrás, porque no puedes darte el lujo de comprar nueva en la situación en la que te encuentras. Finalmente, te dispones a salir de tu casa, así como todos los días laborales de semana.
            Pensarás amigo lector, que al salir el venezolano ve a todos con el ceño fruncido o una actitud agresiva, pero, por el contrario, como es típico, después de dar los buenos días, frases burlonas se asoman, ya sea por una noche sin luz o trasnochados por dedicar las horas de sueño a montar guardia para poder tener agua unos días más.
            Avanzas a la avenida, que depende de tu situación puede estar más o menos lejos, y se bien que extranjeros pensaran: ¿porque no toman el transporte desde un lugar cerca de su casa?, la respuesta es sencilla y vez que complicada, en términos simples es por el “efectivo”.
            Dinero en efectivo, se y entiendo que para la mayoría de países del mundo en este momento manejar dinero en efectivo puede ser tan simple como ir a cualquier cajero electrónico; desgraciadamente para los venezolanos se ha vuelto “imposible” volver a ver el efectivo como fue no hace tanto tiempo atrás.
            Razones son muchas, causas y explicaciones de economistas son incontables, pero soluciones reales casi ninguna, más que literalmente recurrir a la delincuencia y agrandar aún más las cuentas de quienes “venden” el dinero en efectivo a porcentajes que no describiré ahora porque sé que en el futuro próximo esa cifra será mínima.
            Se entenderá entonces que resguardar el efectivo como un “precioso” recurso no renovable se ha vuelto común, y gastarlo en lo mínimo necesario es obligado; actualmente los venezolanos caminamos más que la media usual de otros países; “no podemos despilfarrar el efectivo en ahorrar solo unos metros”.
            Avanzas en la calle meditando si el efectivo que tienes alcanzará para tu ida y vuelta, llegas a la parada del transporte, observas a tu alrededor, verificando si tienes “competencia” que pueda dificultar o incluso impedir que te vayas a tu trabajo en la siguiente unidad.
            Te preparas para lo que pueda venir, no sabes que “vehículo” te llevará hoy a tu sitio de trabajo, con mucha suerte un Autobús, o su primo más pequeño un “microbús”, sin embargo, cotejas la posibilidad de que tal vez no sea el caso y te toque sentarte en la plataforma inestable de una camioneta que te atreverías a asegurar e incluso a apostar que “el chófer no tiene ni licencia para conducir”.
            La situación del transporte en Venezuela con el tiempo ha empeorado, el alto costo de los repuestos o refacciones, lo difícil del mantenimiento general de cualquier vehículo te hace reflexionar e incluso sentir pena por quienes aún tienen uno, porque sabes muy bien que cualquier detalle por mínimo que sea, significara una cantidad tal que, paradójicamente la única forma de reparar “el carro” es vendiéndolo.
            Entonces, aparece el tan anhelado “vehículo” como puedes te encimas o te enciman a él y vas tan apretado y ajustado en la puerta que sabes bien que no caerás solo porque la presión que el resto de los pasajeros somete contra ti es tanta que siquiera respiras con comodidad.
            Así inicia entonces tu mañana, ya en camino a tu trabajo, das gracias a Dios porque ese día conseguiste el transporte temprano y no debiste esperar 1 o 2 horas hasta que alguno se condoliera de tu necesidad, o que fueses lo suficientemente astuto como para arrebatar el espacio de alguien.
            Llegas al destino final, de nuevo caminas probablemente algunas cuadras hasta alcanzar tu sitio de trabajo o estudio, sabes que es tarde, sin embargo, todos ahí llegan aproximadamente al mismo tiempo porque todos sufren las mismas penas. 
            Si trabajas o estudias en la Venezuela de la era del “Socialismo Madurista” en cualquier empresa pública, privada o institución reconoces patrones comunes, y es que lo mismo que acontece en tu casa ocurre en tu trabajo: apagones, cortes de agua, robos de cables, etc., lo típico y usual que ha propiciado realmente que las horas efectivas de cualquier trabajador se reduzcan a menos de la mitad; cosa que también ha colaborado en el deterioro productivo del país.
            Pasan las horas, cumples tu horario como puedes por los apagones y dispones entonces el viaje de regreso a tu hogar, hecho que para algunos puede significar un sinónimo de estrés, ya que lo primero en lo que piensas si tienes hijos es en la cena, de nuevo, especulas acerca del monto que puede quedar en tu cuenta y si eso alcanzará por lo menos para que los más jóvenes de la casa sacien su hambre hoy y tal vez en la mañana.
            El viaje de regreso representa las mismas vicisitudes que de ida al trabajo, colas interminables, desprecio de los transportistas, costos ridículos de los pasajes y unidades en estados denigrantes para los usuarios, los cuales por necesidad ocupamos de mala gana y con el pensamiento enfocado en el hogar.
            Ya cerca de tu residencia debes hacer el esfuerzo por llegar a una tienda cercana, probablemente una panadería, kiosco o local de productos varios, calculando en tu mente la posibilidad de comprar lo mínimo para la cena y parte del desayuno, porque las dádivas alimenticias miserables del gobierno a través de los Comités Local de Abastecimiento y Producción (CLAP) no han vuelto desde meses atrás.
Agradeces que el punto de venta esté funcionando, y que aún no se hayan robado los cables telefónicos de ese local, observas los precios solo para confirmar lo que ya sabias, “hoy, son más caros que ayer”; de nuevo re-calculas lo que hay en tu cuenta, sacas lo que no es necesario de la lista, como algún gusto prohibido en la Venezuela de hoy, por ejemplo, un caramelo.
De nuevo das gracias a Dios porque “hoy alcanzó”, continuas tu camino, agobiado y exhausto de otro usual día para los venezolanos; entonces, no puedes evitar pensar la razón por la cual haces todo este sacrificio, dando hasta lo que no tienes para seguir adelante; conociendo de primera mano que cada día la situación empeora y que a diario se sufren todas las calamidades propias de la crisis a todo nivel en la que está sumida el país.
Mientras continuas tu viaje a casa, tomas un momento para pensar en tus familiares, hijos, sobrinos, hermanos, esposo o esposa, hasta amigos muy cercanos que están en otro país, que se fueron con la esperanza de salir adelante, y demasiados con la simplicidad de la nada, más que con su identificación y buenas intenciones.
Humildemente entiendes que a pesar de todo incluso para ellos la situación tampoco es la mejor, puesto que, a pesar de esas “buenas intenciones” muchos reciben maltratos, desaires y desprecio rayando en la xenofobia por el solo hecho de que en esa nueva tierra son incomprendidos, porque aparentemente los nativos olvidaron que en algún momento de la historia ellos pasaron por una etapa parecida, o simplemente son incapaces de entender con solo palabras la situación crítica que se vive en Venezuela.
Sin embargo, a estas alturas piensas: “¿será que debería irme del país?”, “¿será que si me voy a MI ira mejor?” … y planteamientos de esa naturaleza se agolpan en tu mente, sin embargo, y a pesar de las duras lecciones diarias reconoces que aun tienes a tu alrededor personas que te aprecian, caras conocidas de toda la vida, familia que, igual que tu aún guarda alguna esperanza, y como tú se ha propuesto en mantenerse firme para ser los primeros en recoger los pedazos y con la fuerza que nos quede armar desde sus cimientos a una nueva y hermosa Venezuela más grande y rica de lo que ha sido nunca.
Así avanzas hasta llegar a tu casas, y si tienes hijos pequeños, hermana o hermano, tus padres o esposo o esposa a tu espera, se reafirma la razón por la que haces todo, tu familia, que a pesar de todo sigue adelante, así como tú lo haces, que con caras tal vez no contentos por el día, pero si alegre de que aún están bien y juntos, que aun en los peores momentos siguen esforzándose por llevar adelante esto que reconocemos como nuestra patria amada, donde nacimos, hemos crecido y entregado todo lo que somos, con fe y esperanza en un futuro en el que tanto esfuerzo sea finalmente recompensado.
Realmente las palabras se quedan cortas, sin embargo, esta es una muestra del “día de un huevón” más en la actual Venezuela, y no por ser despectivo, insolente o gracioso, sino por despertar el interés en uno más de todos en el montón de personas que hacemos “la gente”, porque cada individuo piensa, vive y sufre el día a día que a veces es menos o más tortuoso, siempre con duras “dosis” de la realidad que impera en la actual Venezuela.

AGRADECIMIENTO ESPECIALES
Agradecido y dedicado a Dios todo poderoso, aunque repetitivo, soy bendecido al poder expresar de alguna manera el vivir diario de muchas personas minimizadas.
A mis muy estimadas amigas y editoras de esta humilde redacción, Hilda Naveda (@hildanaveda) y María Leal (@marialeald).
A mi querida madre, a mi hermana, mi familia y a mis muy queridos amigos y compañeros de trabajo, por ser pacientes y formar parte activa de lo que aquí plasmo.
A ti querido lector, que tomas tu tiempo en leer las burdas palabras que aquí yo he dedicado con esmero a juntar para dar forma.


ILUSTRACIONES:
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MAQUINACIÓN:
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EDICIÓN:
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sábado, 2 de marzo de 2019

Claves para la identificación de Principales ordenes de insectos


     Debido a la diversidad de insectos en el planeta, la utilización de claves para alcanzar a identificar diferentes categorías taxonómicas se hace necesario. A continuación, coloco para ustedes una adaptación sintetizada y simplificada de una clave dicotómica para alcanzar a la categoría de orden con insectos adultos terrestres, la clave es totalmente interactiva e intuitiva de utilizar.


   Cualquier problema con la clave por favor indicarlo en los comentarios; también colocare a continuación 2 clave dicotómicas en PDF para ordenes de insectos terrestres.
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